Paul Watzlawick: "Es imposible no comunicar"


Célebre teórico de la comunicación, Paul Watzlawick —quien murió el 31 de marzo de 2007 en Palo Alto, California, a los 85 años de edad— reformuló de manera decisiva nuestra forma de ver "la realidad" y las relaciones humanas. Sus investigaciones estimularon el desarrollo de las terapias breves. Aquí, un breve recorrido por su legado intelectual, que echó raíces en la Argentina, a partir de un artículo de Carla Imbrogno y Marcelo Ceberio publicado en la revista Ñ en mayo de aquél año.


"¿Es real la realidad?" se preguntaba Paul Watzlawick y escribía: "Creer que la propia visión de la realidad es la realidad misma, es una peligrosa ilusión, pero se hace aún más peligrosa si se la vincula a la misión mesiánica de sentirse en la obligación de explicar y organizar el mundo de acuerdo con ella, sin que importe que el mundo lo quiera o no. La negativa a plegarse a una determinada visión de la realidad (a una ideología, por ejemplo), la 'osadía' de pretender atenerse a la propia visión del mundo y de querer ser feliz a su propia manera, es tachada de think crime ('crimen del pensamiento'´) en el sentido de Orwell".


Watzlawick se definía a sí mismo como un "constructivista radical" —el planteo básico del constructivismo es que la realidad no existe como hecho objetivo, sino que es una construcción más dentro de las construcciones mentales que realiza una persona a partir de la interacción permanente con su entorno—. Sin embargo, el lingüista, filólogo, filósofo y psicólogo austríaco, que murió el último 31 de marzo a los 85 años en Palo Alto, California, fue más que eso: Paul Watzlawick fue uno de los más grandes teóricos de la comunicación y un intelectual de una productividad literaria profundamente ecléctica: escribió 22 libros que fueron traducidos a más de 80 idiomas y un sinfín de artículos científicos y de divulgación. Supo collagear sus conocimientos de la cibernética, el positivismo de Viena, la teoría general de los sistemas, incluso del freudianismo, en pos de una teoría psicoterapéutica basada en la resolución de problemas que lograra "eliminar el sufrimiento" de las personas.


Watzlawick fue autor del bestseller El arte de amargarse la vida (1983), fue uno de los principales creadores de la tan citada Teoría de la Comunicación Humana (1967, junto a Janet Beavin y Don Jackson) y uno de los fundadores de la llamada terapia breve. La terapia breve, más conocida como el modelo de Palo Alto —en honor al lugar que la vio nacer, el Mental Research Institute (MRI) de esa ciudad—, es una de las terapias sistémicas más eficaces. Fue creada por un grupo de especialistas de las más variadas disciplinas: John Weakland, Jay Haley, Richard Fisch y el propio Watzlawick. Allí, en el MRI californiano, el maestro de la comunicación humana estaba asentado desde 1961 y desde allí —hablaba siete idiomas— llevó al mundo las teorías que lo harían famoso.


Comunicación y cultura

La pregunta por la realidad es tan antigua como la historia misma del pensamiento humano: desde la "invención" de la realidad por el pensamiento eléata pasando por los múltiples debates sobre el estatuto de lo real en la antigüedad y el medioevo, la concepción de que todo es una emanación de la propia mente, la filosofía cartesiana y su distinción entre sustancia pensante y sustancia extensa, el idealismo trascendental kantiano, Wittgenstein (lo que debe ocuparnos no son las cosas, sino aquello que les atribuimos) o el constructivismo moderno (Piaget, Maturana, von Glasersfeld, von Foerster, Watzlawick). ¿Quién no ha intentado determinar lo que significa la realidad? El siglo XX remató la cuestión: "Nuestra realidad no es otra que nuestra idea de la realidad", escribió el francés Edgar Morin.Pero las ideas de Paul Watzlawick y sus colegas en Palo Alto provocaron una auténtica revolución en la forma de ver el mundo propia de la llamada posmodernidad, renunciando a los dogmas de las ciencias clásicas.


En los años 50 ya había comenzado a gestarse un paradigma epistemológico que articulaba nociones de la cibernética —una teoría de los sistemas de "control" y su retroalimentación, cuyas implicaciones sociales fueron popularizadas por el matemático Norbert Wiener— y la teoría general de los sistemas —un estudio interdisciplinario del biólogo Ludwig von Bertalanffy, que buscaba encontrar las propiedades comunes a entidades (sistemas), presentes en todos los niveles de la realidad, pero que tradicionalmente son objeto de disciplinas académicas diferentes—. Para esta nueva concepción holística, que el antropólogo Gregory Bateson trasladó a las ciencias humanas, un efecto es el resultado de múltiples variables causales, pero a la vez tiene sus efectos sobre las causas que lo generan (cuanto más grande es la bola de nieve que baja por la ladera de la montaña más nieve arrastra y, a su vez, más modifica el paisaje original).


En el campo de las humanidades, Bateson —que formó parte del grupo de Palo Alto en sus comienzos y tuvo una influencia decisiva, aunque no siempre reconocida, en el pensamiento norteamericano— fue el primero en hacer hincapié en que la realidad, física y espiritual, debe ser encarada como un vasto sistema compuesto de subsistemas coherentes, en cuya evolución es decisivo el entorno. Watzlawick amalgamó las ideas germinales de Bateson con su perspectiva constructivista completando así las últimas pinceladas del nuevo modelo. Frente a un determinado hecho (un efecto) solemos preguntarnos por qué sucede (su causa); el problema es que el efecto es mucho más que el resultado de una causa unívoca: tantas formas de comunicación verbal y paraverbal, efectos dominó que se concatenan. Si a esto se suma que la búsqueda del porqué se halla sesgada por el ojo del observador protagonista, se puede inferir que el motivo hallado es sólo una invención, y no una causa real, verdadera y objetiva.

Los investigadores de Palo Alto desplegaron su influencia sobre la mayoría de las ciencias sociales y sobre la cultura de los últimos cuarenta años. En el plano del estudio del hombre, mostraron que ya no era posible concebir al individuo separado de sus propias acciones (más bien interacciones), de sus silencios, de sus percepciones, de su contexto sociocultural, de su carga histórica y semántica, ¡de los tabúes de su civilización!, en definitiva, de la comunicación, que devino un factor crucial en la construcción de la realidad.


Es imposible no comunicar: "man kann nicht nicht kommunizieren", escribía Watzlawick en su lengua materna, el alemán. En el ámbito de la vida cotidiana fue quizás el avance de las nuevas tecnologías lo que hizo más visible la necesidad imperante de reconfigurar la noción de realidad en un mundo cada vez más mediatizado, informatizado y simbólico (más virtual). Y también aquí Watzlawick y sus discípulos y seguidores fueron pioneros: ya en la teoría de la comunicación humana, en la que plasman los axiomas de la comunicación, no sólo afirman que "toda conducta es comunicación", sino que distinguen entre comunicación digital (verbal) y analógica (gestos, acciones, etc.), entre contenido (lo que se dice) y relación (la relación entre los que se comunican). Comunicamos en ambas formas, traduciendo una a la otra, no sin dificultad. La actual era digital —en la que proliferan las relaciones sentimentales vía Internet— parece asistir a la anulación de toda percepción "real": la webcam aviva una imagen aún más inventada del otro; en el espacio escalofriante del chatroom no queda, pues, lugar para analogías.


El grupo de Palo Alto desarrolló un modelo fuertemente pragmático, sobre todo en el eje de sus investigaciones que se relacionaba con el análisis de los procesos de información y comunicación. De hecho, la versión en inglés de la Teoría... es Pragmatics of Human Communications. Este traslado de modelos cibernéticos y sistémicos a la comunicación humana se plasmó en la primera investigación que desarrolló el grupo acerca de la esquizofrenia. El artículo "Hacia una teoría de la esquizofrenia" (1962) explicaba el concepto de "doble vínculo" según el cual la víctima (el enfermo) era preso de los mensajes contradictorios y simultáneos, principalmente de su madre, lo que alteraba progresivamente su lógica racional. Watzlawick —siempre con humor refinado y austero— explicaba el fenómeno con el chiste de las dos corbatas: una madre regala a su hijo dos corbatas, una roja y otra azul. El chico entusiasmado se coloca la roja y la madre le dice "¿Pero, no te gustó la azul?". El chico corre y se coloca la azul, y ansioso se yergue ante la madre que le responde "¿No te gustó la roja?". Si esta modalidad se reitera como un estilo de comunicación, se producirá una ruptura de las tipologías lógicas y el chico terminará colocándose las dos corbatas, de lo que se infiere que ¡está loco!

En el ámbito de la psicoterapia, esta epistemología basada en la noción del individuo como parte de un sistema incorporó una serie de nuevas preguntas: quién hace qué, a quién, cuándo y en dónde. Para sus promotores, la individualidad de una persona se comprende a partir de su entramado relacional. Es imposible analizar al individuo sin tener en cuenta el contexto situacional en el que aparece la conducta. No se trata ya de hurgar en el pasado y buscar la causa original de un síntoma para poder cambiar.


Terapias breves

Para el grupo de Palo Alto —y éste continúa siendo hoy el eje de la terapia sistémica breve— el quid de la cuestión radica en interrumpir "las soluciones intentadas fracasadas": ante un problema, la persona (y / o su entorno) intenta una y otra vez la misma solución, pues ésta en algún momento ha surtido efecto o simplemente responde al "sentido común" o la "lógica racional". Genera así una inercia automatizada de intentos fallidos que refuerzan el problema. Personas, creencias, acciones e interacciones, se han vuelto rígidas alrededor del problema, lo cual hace aún más difícil una salida saludable. "No tratamos realmente los problemas sino que nos centramos en cambiar los intentos de solución que no funcionan para permitir que el problema desaparezca", explicaba el maestro. Watzlawick enfatizaba el aspecto intercomunicativo en los procesos relacionales, puesto que cualquier análisis humano se desarrolla en situación de interacción. ¿Qué versiones de lo real apuntalan la organización y acción de las naciones?, ¿qué visión del mundo crean los medios masivos?, ¿qué premisas epistemológicas no cuestionadas están conduciendo a la devastación personal, natural y social en nuestros días? "... que el desvencijado andamiaje de nuestras cotidianas percepciones de la realidad es, propiamente hablando, ilusorio, y que no hacemos sino repararlo y apuntalarlo de continuo, incluso al alto precio de tener que distorsionar los hechos para que no contradigan a nuestro concepto de la realidad, en vez de hacer lo contrario, es decir, en vez de acomodar nuestra concepción del mundo a los hechos incontrovertibles", escribía.


Lo cierto es que, hoy, la desestabilización de los sentidos propia de los habituales trastornos de pánico opera, por ejemplo, como un factor de freno sintomatológico del desequilibrio y el descontrol, el estado de inseguridad crónica, el vértigo, la preeminencia de la imagen, la cultura del desastre en nuestras sociedades posmodernas. Este mismo exorcismo de los sentidos es el que demanda soluciones relativamente rápidas y eficaces que mejoren la calidad de vida. A pesar de que en la Argentina, y en Buenos Aires en particular, la estabilidad de la inestabilidad y el espíritu —al parecer— naturalmente melancólico, hacen que todavía exista gran resistencia a buscar opciones, son cada vez más los que recurren a una alternativa que no dé por sentado terapias que perduren años en un diván: no importa si es terapia sistémica, cognitivo-conductual, bioenergética, transaccional, existencial o gestalt.


Quienes conocieron a Paul Watzlawick aseguran que, más allá de su legado científico, fue un ser humano generoso, modesto y respetuoso de sus colegas, mentor de cientos de terapeutas y filósofos en todo el mundo. Pero, fundamentalmente, vivió una vida digna y trascendente, enriquecida por numerosas experiencias. Fue un ser ávido, con la inteligencia y sensibilidad de los creadores. Sus ideas y pensamientos son ya patrimonio de todos.

Las curiosas historias del doctor Oliver Sacks, anécdotas clínicas en tono literario


En "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, el famoso neurólogo Oliver Sacks contó el caso del señor P., un paciente que no era capaz de alcanzar un juicio cognitivo. Aquí, un artículo aparecido en Clarín que describe otros casos presentes en la obra de Sacks.


El señor P. era un eminente músico que había acudido a la consulta de un neurólogo porque tenía problemas para identificar las cosas de su entorno. En alguna ocasión lo habían sorprendido dando palmaditas en la parte superior de las bocas de incendios creyéndolas cabecitas de niños o iniciando una conversación con el picaporte de una puerta. Tras la revisión, el señor P. salió de la consulta. De repente, se detuvo en seco, rodeó el coche y se dirigió al asiento que ocupaba su mujer, la agarró del cuello de la camisa y por las orejas e intentó ponérsela en la cabeza.En este caso concreto, el señor P. padecía una pérdida cognitiva aguda: su cerebro era capaz de ver, oír, sentir y escuchar perfectamente, pero no podía emitir juicios personales. No era capaz de ver la totalidad de las cosas, sólo veía detalles, pero nunca establecía relación con la imagen como un todo. Hasta un niño identificaría inmediatamente un guante como un guante, lo vería como algo familiar, asociado a una mano. El señor P, no. Es por eso que metía, por ejemplo, a su mujer en la misma categoría conceptual que un paraguas o un sombrero. Podía identificar el esquema sin captar en absoluto la realidad. Aunque suene inverosímil, este caso es real y fue estudiado por el famoso neurólogo británico Oliver Sacks, quien ha revolucionado, según la opinión de muchos especialistas, la comprensión que la medicina moderna tenía del cerebro.


Oliver Sacks, escribe libros de historias clínicas como si fuesen novelas, es adicto a las piscinas, Star Trek y a los helechos pero, sobre todo, se ha convertido, junto con Stephen Hawking, en uno de los principales divulgadores del pensamiento científico entre el gran público. Sus libros, reúnen talento literario y rigor científico. Pero, por sobre todo, describen la vida allí donde ésta resulta más apasionante: en el interior del ser humano, en su juicio, en su memoria. Y elige, para iluminar el enigma, la diferencia, la enfermedad, la pérdida; situación que pone al paciente ante la necesidad de construir una nueva realidad, un nuevo juicio. Luego de que Sacks lo examinara, el Señor P le preguntó: “ya veo que le parezco a usted un caso interesante. ¿Puede decirme qué trastorno tengo y aconsejarme algo?. A lo que médico respondió: “no puedo decirle cuál es el problema, pero le diré lo que me parece magnífico de usted. Es usted un músico maravilloso y la música es su vida. Lo que yo prescribiría, en un caso como el suyo, sería una vida que consistiese enteramente en música. La música ha sido el centro de su vida, conviértala ahora en la totalidad”. Es evidente que en este caso, el músico no era capaz de hacer un juicio cognitivo. El juicio es intuitivo, personal, global y concreto: “vemos” cómo están las cosas, en relación unas con otras y consigo mismas. Era precisamente este marco, esta relación, lo que le faltaba al doctor P. Pero, a pesar de no existir la cura para el Señor P, Sacks le marcó el camino para sacar ventaja de sus capacidades y así poder adaptarse al caos dentro de su mente.


No es de extrañar, entonces, que sus libros hayan contribuido a iluminar tantos caminos sombríos. “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” (1985) es uno de sus primeros textos y uno de los más exitosos. De hecho, se convirtió en una obra de un solo acto, una ópera y una producción de teatro en francés interpretada por Peter Brook. Pero su producción literaria no sólo ha servido de inspiración al teatro sino también a la televisión y al cine. Su libro ”Despertares”, por ejemplo, sirvió de inspiración para la película de 1990 en la que actuaron Robin Williams y Robert De Niro; y un capítulo de su libro “Un antropólogo en Marte” se convirtió en 1999 en la película “A primera vista”.


Para Sacks, el diagnóstico casi no viene al caso y es, más bien, una suerte de preámbulo; ya que muchos de los enfermos que buscan su opinión son incurables. Por eso, sus héroes son los pacientes que aprendieron a superar grandes obstáculos: la persona con el Síndrome de Tourette, que se caracteriza por múltiples tics motores y por lo menos un tic vocal, que se convirtió en cirujano o el pintor que perdió la visión del color pero encontró una identidad estética más fuerte incluso trabajando en blanco y negro. Hoy, a veinte años de haber conocido al señor P., este notable neurólogo, continúa atendiendo, estudiando nuevos casos y “aguardando la inspiración, como siempre...”, confiesa Sacks, para encontrar la salida que ayude a sus pacientes a entender un poco mejor los inexplorados secretos de la mente.

Artículo de Mariana Nisebe, publicado en Clarín el 07/02/2005

Un abuelo crea un navegador web para su nieto autista


Este artículo salió publicado en “El País” de España, el 05/06/08, y se refiere a un programa de computación creado por un abuelo que detectó que los colores, los 'banners' y los contenidos estridentes tan frecuentes en Internet constituyen un obstáculo para estas personas, debido a lo cual diseño un navegador que elimina estos elementos al navegar.

Las barreras que diariamente tienen que esquivar muchas personas que sufren alguna discapacidad también están presentes en las nuevas tecnologías. Un ejemplo son los afectados de autismo, que se ven desbordados por la cantidad de información, elementos y colores presentes en los navegadores de Internet. Por eso, un informático ha creado, con asesoramiento de profesionales del tratamiento del autismo, un webBrowser específico para estos enfermos, que ha puesto a disposición de todo el mundo de forma gratuita en la Red.

Un abuelo coraje de Las Vegas, informático y con un nieto autista, se dio cuenta de que Internet podría ser una buena herramienta para la rehabilitación de su nieto de seis años. Sin embargo, lo único que consiguió fue el desánimo tras constatar que para el pequeño Zac la gran cantidad de colores, los banners y los contenidos estridentes de la Red no lo ayudaban en nada. Con sus dotes de programador, John LeSieur diseñó un navegador web específico para niños autistas, que simplifica la búsqueda de contenidos y elimina los elementos que afectan a la mente de quienes sufren esta enfermedad.

John LeSieur, programador informático afincado en Las Vegas, se dio cuenta de que él mismo podría facilitar la vida a su nieto si creaba un navegador más sencillo. Aprovechando su pequeña empresa de software llamada People CD Inc., se dio a la tarea de proyectar el navegador. LeSieur sólo buscaba ayudar a su nieto Zackary Villeneuve, que vive en Saint Remi, Quebec (Canadá), pero una vez que publicó en Internet su proyecto, muchos padres quisieron probar el ''Navegador Zac para niños autistas''.

Preguntando a pedagogos y rehabilitadores de autismo, el abuelo de Zac incorporó numerosas prestaciones a su navegador, como el bloqueo de algunas teclas y funciones del ordenador para que el niño no se distraiga con elementos secundarios, como el botón derecho del ratón o la tecla ''Imprimir pantalla''. "Algunas partes de la Red tienen mucho material extraño que puede estar distrayendo y para un niño que se comunica de forma no verbal, no habría ninguna posibilidad para que utilice esta información", señaló un investigador de la Brown University de Rhode Island Stephen Sheinkopf.

Otros elementos del navegador, como los iconos simplificados y su gran tamaño, ayudan al pequeño a acceder de forma directa a juegos, cuentos o ejercicios mentales. "Estamos tratando de evitar aquellos sitios web que sean oscuros, agresivos visualmente o muy complicados, porque todo esto tiene qué ver con su propia autoestima. Si ellos no sienten que tienen el control, se frustrarán fácilmente", asegura John LeSieur.

Una idea con futuro

El navegador Zac también puede beneficiar a los demás niños, pues el filtro que utiliza bloquea contenidos violentos, sexuales o para adultos, una de las mayores preocupaciones de los padres a la hora de dejar a sus hijos frente al ordenador. Sin ánimo de lucro, LeSieur ofrece la posibilidad de descargar el ''software'' totalmente gratis desde http://www.zacbrowser.com/

Aunque LeSieur se informó con pedagogos y expertos en este tipo de desorden del desarrollo del cerebro para crear el navegador, éste no está todavía homologado. Sin embargo, todas las experiencias y opiniones sobre el navegador Zac son satisfactorias. "Es una muy buena idea", dijo la directora del Centro de Enseñanza e Investigación sobre el Autismo de la Pace University de Nueva York Dianne Zager.

Pero otros expertos van más allá de darle la enhorabuena a LeSieur. El jefe de la oficina de innovación del Centro de Educación Especial Heartspring de Kansas Crhis Vacek, ha asegurado que está planteándose la posibilidad de introducir el navegador Zac en el centro. Según Vacek, la máxima ventaja del navegador es que es gratuito, ya que "muchas de las tecnologías asistenciales tienen un coste superior a 5.000 dólares y sólo funcionan con dispositivos especializados".

El navegador Zac se puede descargar gratuitamente desde la página de LeSieur: www.zacbrowser.com

El autismo no es una enfermedad, sino un modo diferente de procesar la información


Laurent Mottron: "Yo apuesto a la inteligencia del autista"

El autismo no es una enfermedad, sino un modo diferente de procesar la información: así lo sostiene, luego de una experiencia de 20 años, el canadiense Laurent Mottron. El prestigioso investigador explicó por qué “es central convencer a la familia y a los maestros de que un niño autista puede lograr el más fino nivel de desarrollo”.

“Cuando nos enfrentamos a un niño autista tenemos que apostar a su inteligencia”, sostiene Laurent Mottron, quien desde hace más de 20 años investiga el tema en el Hospital Rivière des Prairies de Montreal, Canadá, que fundó y dirige. Sus investigaciones sobre percepción, memoria e inteligencia en el autismo lo condujeron a un nuevo enfoque. Sostiene que los niños autistas poseen habilidades especiales, que la familia y el entorno deben fomentar. “Lo que nos interesa es convencer a la familia y a los maestros de que se puede intentar lograr el nivel de adaptación más fino, desarrollar sus potenciales”, sostiene Mottron. El destacado especialista visitó la Argentina, donde dictó una serie de conferencias.

–¿Cuál es el enfoque de sus estudios sobre el autismo infantil?
–La mayoría de mis trabajos se refiere al procesamiento de la información en el autismo. Lo hacemos a través de la observación de sus conductas en lo visual, lo auditivo, lo verbal y también lo no verbal, como por ejemplo la discriminación de sonidos o las dimensiones físicas del espacio y objetos que rodean a la persona. Otra manera de ver cómo procesan la información es a través de las interacciones sociales, como el reconocimiento de rostros y voces familiares, y la relación con sus pares. Esto último es de interés especial porque el autismo suele ser definido como una dificultad primaria en el procesamiento de la información social. Sin embargo, desde hace 20 años, la mayoría de mis trabajos están dirigidos a demostrar que el autismo no es un problema primario en el procesamiento de la información social, sino que su conducta social es el resultado de un modo distinto de procesar la información.

–¿De qué modo la conducta social puede derivar del procesamiento de la información?
–Nuestras primeras investigaciones mostraron que los autistas funcionan de manera diferente en varias áreas cognitivas no sociales. Teniendo en cuenta que los seres humanos somos seres sociales, las pequeñas diferencias que pueda haber en el procesamiento se hacen muy visibles en la interacción social. Lo que encontramos es que esta diferencia en el procesamiento va generando una cadena, y lo que uno ve en el comportamiento social es un efecto –subraya Mottron– de esta cadena. Así como, por ejemplo, en la diabetes existe un gen que altera el primer funcionamiento y lo que uno ve como resultado, al final de la cadena, es la enfermedad, en el autismo pasa algo similar. La conducta de los autistas es el resultado de las diferencias en el funcionamiento de la cadena, generadas por una forma diferente de procesar la información inicial. Así planteada, mi investigación llegó a un punto complejo, donde tuve que asociarme con otros grupos de investigación para ver los correlatos físicos o neurofisiológicos de los hallazgos en el procesamiento. Estos hallazgos me ayudaron a encontrar conocimientos sobre la base de la inteligencia en general.

–¿Qué entiende por inteligencia?
–Para responder sobre esto, hay que tener muchos recaudos. Considerando que el 75 por ciento de los autistas tiene retraso mental, en la mayoría de las investigaciones científicas que se han hecho sobre autistas de alto funcionamiento se estudiaba el 25 por ciento restante; se consideraba que aquel 75 por ciento era muy difícil de estudiar. Nosotros utilizamos un tipo de test de inteligencia no basado en el lenguaje, el test de Raven, justamente para evaluar a autistas que habían sido considerados con retraso mental según el test de Wechsler: esto nos permitió medir la inteligencia en otras áreas, sin que los resultados sobre el nivel de inteligencia se viesen reducidos por las grandes dificultades verbales que tenían muchos de ellos. Pudimos encontrar que sus habilidades se elevaban, daban muy por encima de lo que hubiéramos pensado. El personaje de la película Mi pie izquierdo no podía escribir con la mano, pero cuando lo hacía con el pie demostraba su real nivel de inteligencia.

–¿Cómo prosiguió la investigación?
–Esos hallazgos están siendo replicados en grupos de autistas puros, es decir, sin otros problemas neurológicos. Los resultados muestran que, cuando se sobrepasan las dificultades verbales, los niveles son más altos en aquellos autistas que no tienen enfermedades neurológicas, los cuales representan el grupo más importante. Es fascinante, porque tratamos de trasladar los resultados de los tests a estudios de resonancia magnética funcional y de encontrar los correlatos de inteligencia en este modo diferente de procesar que tienen. En la elección del modo de medición es muy importante tener en cuenta que son personas; uno no puede ignorar sus particulares formas de procesar o sus destrezas. Desde el punto de vista ético, es importante desarrollar los trabajos sobre inteligencia tomando en cuenta que las personas no pueden ser jerarquizadas en base a un prototipo. Por mi parte traté de estudiar, en los distintos subgrupos de autistas, cómo era su inteligencia. Dejando de lado por un momento al grupo de autistas con enfermedades neurológicas, hay otra proporción, sin compromiso neurológico, en quienes evaluamos su forma diferente de funcionar.

–¿Cómo es, de acuerdo con estas investigaciones, su propuesta de trabajo?
–Cuando nos enfrentamos a un niño autista tenemos que apostar a su inteligencia. Al observar las conductas repetitivas y las grandes dificultades para comunicarse que tiene un niño autista de dos a cuatro años, uno tiene que tener en cuenta que, sin embargo, puede estar realizando un procesamiento lateral. Mientras demuestra una conducta que parece meramente repetitiva, puede estar atendiendo a un cuento que se les presente: pero no nos pueden demostrar ese procesamiento. Y su forma de jugar puede parecer totalmente diferente de la de los niños típicos: no parece interesarse en lo novedoso, lo cual es habitual en los niños, sino en las formas de utilizar cada objeto. Por ejemplo, si a un chico que no es autista le damos una varilla, puede quebrarla, pegarnos con ella, esconderla en algún lugar. El chico autista, si está interesado, por ejemplo, en lo que da vueltas, la hará girar, y de este modo va a filtrar su visión: clasificará las posibles formas de dar vueltas en distintas maneras y hará girar todos los objetos que pueda, también esa varilla. Un chico típico también puede estar interesado en esas cosas, pero jugará en una perspectiva más social; hará girar el objeto para que uno lo mire. Las formas de jugar son diferentes en el sentido que los autistas eligen primero una dimensión determinada de juego y éste es otro modo de aprender. El chico autista utiliza categorizaciones o perspectivas que señalan otro modo de procesar. Será exitoso en procesar de esa manera el mundo, en la dimensión en la cual es sistemático.

–¿Cómo es el trabajo con el entorno del niño?
–El trabajo principal es convencer a la familia de que el chico está haciendo efectivamente todo ese trabajo. Lo que nos interesa es convencer a la familia y a los maestros de que se puede intentar lograr el nivel de adaptación más fino, desarrollar sus potenciales; enseñarles que no sirve romper sus formas de ver las cosas sino aprovechar la forma de procesar para llevarlos para adelante.

–¿Cómo es la devolución a la familia?
–Les decimos a los padres que no tienen que asustarse por el hecho de que los chicos autistas no entiendan el modo en que ellos les expresan sus emociones. Es mejor que los abracen lentamente, que no se les tiren encima, y quizá ser menos expresivos, para que de a poco ellos puedan comprender la emoción y acercarse. La mayoría de los padres de un hijo autista, como ven que funciona diferente, terminan dejando de hacer todo lo que harían con un chico típico. Por ejemplo, cuando alguien besa a su hijo, espera que devuelva el abrazo, que sea recíproco. En los niños autistas, cuando son chiquitos, eso no sucede y muchos padres se desalientan porque creen que no tienen emociones, que no sienten. Es similar a lo que pasa cuando uno habla con un sordo y éste no contesta; no es que no sienta, sino que no puede codificar lo que uno le está diciendo. En el caso de los autistas, a ellos les cuesta codificar los modos que tenemos nosotros de expresar las emociones.

–¿Hay rastro orgánico en el autismo?
–Hay consenso en la ciencia en cuanto a que el autismo tiene origen genético. Estas atipicidades genéticas son de dos tipos fundamentalmente que resultan de la misma expresión. En un grupo existe una predisposición familiar; éste no es el grupo más grande; uno en veinte chicos autistas puede tener un hermano o hermana con autismo. Y, a raíz de las mutaciones genéticas, puede suceder también que el autista que uno vea sea el primero en la genealogía familiar. El grupo de autismo primario, sin enfermedad neurológica, tiene un origen genético.

–¿Qué futuras investigaciones tiene previstas?
–El trabajo de los próximos cinco años será sobre los correlatos neurofisiológicos y de neuroimágenes que tiene ese modo diferente de procesar, hallado en los estudios previos. Incorporamos en esto una gran cantidad de colaboradores especializados en autismo, particularmente a personas autistas como investigadores. Esto es porque los autistas tienen un modo de procesar más sistemático y estructurado, por lo cual son buenos científicos. Recientemente se le otorgó un Premio Nobel de Economía a un autista. En matemáticas, dos personas autistas recibieron premios equivalentes al Nobel. En este momento, integran nuestro equipo cuatro personas con distinto grado de autismo; lo que aportan a las investigaciones tiene un valor incalculable. Una de ellas, Michelle Dawson, proviene a su vez de una familia de científicos. Claro que es buena, no simplemente por ser autista, sino que su autismo, combinado con su gran inteligencia, la lleva a procesar la información de una manera que está por fuera de las normas. Ella sola multiplica la producción del laboratorio.

Por Carolina Duek
Diario Página 12 - 10 de enero de 2008

Autismo y Asperger: Dos relatos en primera persona


Temple Grandin padece de autismo y su propia experiencia le ha servido para entender el comportamiento de los animales. Dicta un curso sobre manejo de animales en la Universidad y es consultora sobre diseño de instalaciones para el trabajo con ganado. Este artículo presenta una visión única acerca del pensamiento, -humano y animal- propia de una persona dotada de una comprensión singular.

Hay que pensar como los animales

Publicado en Western Horseman, noviembre de 1997, pp.140-145

Traducción del Dr. Marcos Giménez-Zapiola

Siendo una persona que padece de autismo, me resulta fácil entender cómo piensan los animales, pues mis procesos de pensamiento son similares a los de ellos. El autismo es un trastorno neurológico con que nacen algunas personas. Los investigadores científicos del autismo creen que es causado por el desarrollo inmaduro de algunos circuitos cerebrales, junto con el desarrollo excesivo de otros circuitos. Es un trastorno complejo, cuya gravedad varía entre las versiones leves (como la mía) y las graves, en las que el niño está incapacitado para aprender a hablar. La película Rain Man describe a un hombre que sufre de una versión bastante grave de la enfermedad.
Yo carezco de todo tipo de pensamiento basado en el lenguaje. Mis pensamientos son en imágenes, como si tuviera una cinta de video en la mente. Cuando rescato algo de mi memoria, solamente veo imágenes. Durante mucho tiempo, pensé que todo el mundo pensaba así, hasta que comencé a hablar con otras personas sobre la forma en que pensaban. Comprendí que hay una escala muy amplia en los estilos de pensamiento, desde el pensamiento totalmente visual, como el mío, hasta el pensamiento totalmente verbal. Los artistas, los ingenieros y los buenos entrenadores de animales, tienden a tener un pensamiento muy visual; los contadores, los banqueros y la gente que opera en los mercados de futuros tienden a desarrollar un pensamiento muy verbal, y sus procesos mentales contienen escasas imágenes.
La mayoría de las personas usan una combinación de ambas herramientas, las visuales y las verbales. Varios años atrás, ideé un pequeño test para descubrir qué estilo de pensamiento tiene una persona. La consigna era pensar en campanarios de iglesias. La mayoría de las personas tendrán en mente la imagen de un campanario genérico. Yo sólo puedo pensar en campanarios específicos, no puedo formarme una imagen genérica de campanario. Las imágenes de campanarios que mi memoria guarda comienzan a fluir por mi mente como si fueran diapositivas que uno pasara muy rápidamente, o como imágenes en la pantalla de una computadora. En el otro extremo, los pensadores altamente verbales llegan a "ver" la palabra "campanario", o ven una imagen simplificada con forma de campanario.
Una vez, en una estación de radio, hablé con una persona que me dijo que jamás había tenido una imagen en su mente. Ella pensaba en términos de emociones y de palabras. He comprobado que las personas cuyo pensamiento es muy verbal y que trabajan en profesiones abstractas, como los agentes de bolsa o los vendedores, suelen tener dificultad para entender a los animales. Dado que sólo piensan en palabras, les resulta difícil imaginar que un animal pueda pensar. He descubierto que los entrenadores de animales que son realmente buenos tienden a imaginar campanarios más detallados. Me resulta claro que las aptitudes para el pensamiento visual son indispensables para el entrenamiento de caballos, pero suele suceder que los pensadores visuales no tienen la capacidad para verbalizar y explicar a otros qué es lo que ellos "ven".

El pensamiento asociativo
Una vez, un entrenador de caballos me dijo: "Los animales no piensan, solamente hacen asociaciones". Yo le respondí a esto diciéndole "Si hacer asociaciones no es pensar, entonces debería llegar a la conclusión de que yo no pienso". Tanto la gente que padece de autismo como los animales piensa mediante asociaciones visuales. Estas asociaciones se asemejan a fotografías de sucesos, y tienden a ser muy específicas. Por ejemplo, un caballo puede tenerle miedo a los hombres con barba cuando los ven dentro del galpón, pero tolerarlos en la pista de equitación. El animal teme a los barbudos en el galpón porque en el pasado tuvo una mala experiencia con un barbudo en un galpón.
Los animales también tienden a hacer asociaciones que son específicas para un lugar determinado. Esto significa que si un caballo tuvo anteriormente malas experiencias en un galpón con claraboyas, quizás le tenga miedo a todos los galpones con claraboyas pero no tenga problemas en un galpón de techo cerrado. Por esta razón es muy importante que la primera asociación de un animal con algo nuevo sea una buena experiencia.
Hace unos años, un científico llamado N. Miller descubrió que si una rata recibía un choque eléctrico la primera vez que entraba a un pasillo de un laberinto, jamás volvería a entrar a ese pasillo. Lo mismo puede suceder con los caballos, Por ejemplo, sin un caballo se cae al suelo la primera vez que se lo sube a un acoplado de transporte, posiblemente le tome miedo a todos los acoplados en que se lo quiera hacer subir. En cambio, si se cae en un acoplado para que viajen dos caballos lado a lado, la vigésimo quinta vez que es embarcado en uno de ellos, es probable que haga una asociación más específica. En vez de asociar a todos los acoplados con una experiencia dolorosa o atemorizante, podrá tenerle miedo a los acoplados dobles, o a una persona asociada con el "acoplado malo". Ya ha aprendido, en experiencias previas, que los acoplados son seguros, de modo que es difícil que desarrolle un miedo genérico hacia ellos.

El miedo es la principal emoción
En los autistas, el miedo es la emoción más importante, y también lo es en los animales de presa, como los caballos y las vacas. Las cosas que asustan a equinos y bovinos también asustan a los niños autistas. Cualquier cosa que parezca fuera de lugar, como un pedazo de papel llevado por el viento, puede causar temor. Los objetos que se mueven bruscamente son los que más miedo provocan. En la vida salvaje, los movimientos bruscos son temibles porque los predadores hacen movimientos bruscos.
Tanto los animales como las personas que padecen de autismo también tienen miedo a los ruidos agudos. Yo misma todavía tengo problemas con estos ruidos. La alarma que tienen los camiones recolectores de basura cuando marchan hacia atrás aún hoy me acelera el pulso si me hace despertar en medio de la noche. El estruendo de los truenos, en cambio, no me afecta. Las especies de presa, como los vacunos y los equinos, tienen oídos muy sensibles, y un ruido fuerte puede hacerles doler. Cuando era niña, el sonido del timbre en la escuela era como un torno de dentista en mi oído. Es posible que el sistema de altavoces en una exposición equina tenga un efecto similar en los oídos de los caballos.
La gente que tiene autismo posee emociones, pero son más simples y más parecidas a las emociones de un miembro de una especie animal de presa en estado de vigilancia. Los investigadores en neurología han localizado los circuitos del miedo en el cerebro de los animales. Cuando un animal fija un recuerdo del miedo, éste se almacena en la amígdala, que está ubicada en la parte inferior, más primitiva, del cerebro. J.E. LeDoux y M. Davis han descubierto que los recuerdos del miedo no pueden ser borrados del cerebro. Por eso es tan importante impedir la formación de recuerdos de miedo asociados a ser montados por un jinete o subir a un acoplado, etc.
Para que un caballo que ya ha sufrido miedo a los acoplados pueda superarlo, es preciso que los centros superiores de la corteza cerebral envíen a la amígdala una señal supresora del miedo. Esto se denomina sobreimposición cortical, y es una señal que bloqueará el recuerdo del miedo, pero no lo borrará. Si el animal se torna ansioso, el viejo recuerdo del miedo puede aflorar nuevamente, pues la corteza cerebral deja de enviar la señal supresora del miedo.
Los comportamientos basados en el miedo son complejos. El miedo puede hacer que un caballo luche o huya. Por ejemplo, muchas veces cuando un caballo patea o muerde, se debe al miedo y no a la agresión. En una situación atemorizante en la que el caballo no tiene posibilidades de huir, aprende a luchar. Los entrenadores de perros han descubierto que cuando castigan una conducta basada en el miedo, la reacción puede ser peor. Cuando un caballo retrocede, patea o se porta mal durante el entrenamiento, puede hacer que el entrenador se enoje, y piense, equivocadamente, que el caballo también está enojado. Pero es mucho más probable que el caballo esté asustado. Por eso es importante que los entrenadores equinos sean personas tranquilas. Un entrenador enojado puede darle miedo al caballo. Hay muchas situaciones donde un caballo puede ser realmente agresivo hacia la gente, pero cuando retrocede, patea o se desboca mientras es entrenado o montado, es mucho más probable que tenga miedo.

El efecto de la genética
En todos los animales, tanto los factores genéticos como la experiencia determinan cómo se comportarán ante una situación que les provoque miedo. La temerosidad es un rasgo estable de la personalidad y el temperamento de los animales. Los animales de temperamento levantisco, nervioso, son generalmente más temerosos, y forman recuerdos del miedo más fuertes que los animales de temperamento calmo y plácido. Las investigaciones sobre porcinos realizadas por Ted Strong y sus estudiantes en Texas A&M University han demostrado que algunos cerdos se habitúan a un procedimiento forzado pero no doloroso, mientras que otros se tornan cada vez más miedosos ante el mismo. Por ejemplo, se puso a los cerdos en un estanque donde tenían que nadar por un breve tiempo. Al principio, esta tarea era atemorizante para todos los cerdos, y hacía que les subiera el nivel de adrenalina, que es una sustancia que segregan tanto animales como humanos cuando tienen miedo. Luego de varias pruebas de natación, algunos cerdos se habituaban y ya no sentían miedo, mientras que otros seguían teniendo miedo en las pruebas sucesivas. En los cerdos que no se acostumbraban, el nivel de adrenalina seguía siendo alto, lo que demuestra que seguían teniendo miedo.
Es posible que los caballos podrían responder de manera similar a distintos métodos de entrenamiento. Los caballos de carácter plácido y sereno tendrán más probabilidades de adaptarse a métodos rudos de manejo y de entrenamiento que aquellos que tengan un carácter tenso y fogoso. Estos, en cambio, pueden ser arruinados por los métodos de manejo rudos, pues adquieren tanto miedo que no logran aprender o habituarse.
En igual sentido, un animal dotado de un sistema nervioso calmo y poco reactivo se habituará más fácilmente a una serie de prácticas de entrenamiento forzosas pero indoloras, a las que el animal huidizo, tenso y nervioso quizás no logre adaptarse nunca. Los caballos que están constantemente sacudiendo sus colas aunque no haya moscas, o que mantienen levantadas sus cabezas, suelen ser animales temerosos. En la vida salvaje, los equinos alzan sus cabezas para detectar el peligro.

Los efectos de la novedad
Como criatura de fuga que es el caballo, sus reacciones ante situaciones novedosas o inusuales, o cuando se encuentra en lugares que no conoce, pueden servir para captar su verdadero temperamento. El científico francés Robert Dantzer descubrió que una novedad súbita, arrojada sin preámbulos en la cara del animal, puede ser muy estresante. Un caballo de naturaleza tensa y temerosa puede ser tranquilo y bien educado cuando se lo monta en su hogar. Sin embargo, su verdadero temperamento está oculto, pues se siente distendido y seguro en su entorno familiar. Cuando se lo enfrenta bruscamente con las imágenes y los sonidos desconocidos de una exposición equina, puede estallar sin aviso previo. Los caballos que tienen más dificultades en situaciones novedosas son los más tensos y temerosos. En la exposición, habrá muchas imágenes y sonidos que no son habituales, como los globos y los altavoces, que jamás han sido vistos u oídos en su hogar. Un animal nervioso está en calma mientras permanece en un entorno familiar, que ha aprendido a reconocer como seguro, pero probablemente entre en pánico cuando se lo enfrente súbitamente con cosas nuevas.
Lo paradójico de la novedad es que puede ser extremadamente atractiva a un animal cuando éste puede acercarse voluntariamente a ella. Un pedazo de papel en un pastizal puede hacer que un caballo curioso se acerque a verlo, pero el mismo papel, tirado en la senda de equitación, puede inhibirlo. La gente que trabaja con caballos y otros animales necesita pensar más sobre la forma en que ellos perciben las situaciones en que los ponemos.

Memorias de un hombre con Síndrome de Asperger


El Síndrome de ASPERGER es un trastorno muy frecuente (de 3 a 7 por cada 1.000 niños de 7 a 16 años), que afecta más a los niños que a las niñas, y que al ser recientemente reconocido por la comunidad científica es aún un gran desconocido entre la población general y los profesionales. La persona que lo padece suele ser inteligente y no demostrar retraso en la adquisición del habla, pero tiene problemas para relacionarse con los demás, lo cual provoca que en ocasiones presenten comportamientos inadecuados. A continuación, un fragmento de las memorias de un hombre con Asperger, llamado Hubert. La pintura que estamos viendo está pintada por Fernando, quien también tiene Síndrome de Asperger.
El Síndrome de Asperger y la Ceguera Mental

Autor: Hubert Cross

1) Que es la ceguera mental?
Cuando a una persona le da un derrame cerebral, dependiendo de donde el daño al cerebro ocurre, puede perder el uso de los músculos de la cara o de otra parte del cuerpo. Puede perder el habla, o se le puede olvidar una parte de su pasado.
También puede perder otra función cerebral que no es tan fácil de entender, visualizar, o hasta creer que existe. Por ejemplo, puede quedar prosopagnósico. Una persona prosopagnósica tiene dificultades severas en reconocer a la gente por sus caras. Si el daño es muy severo, puede que no logre reconocerse ni el mismo cuando se mira en el espejo. A veces no es necesario un derrame cerebral para tener estas deficiencias. A veces nacemos ya con ellas. Yo soy prosopagnósico. Solo puedo reconocer a mi familia y unas cuantas otras personas. Es una deficiencia desolante, pero para mi mala suerte, tengo otra mucho peor todavía. Tengo ceguera mental. No puedo, inconcientemente y sin esfuerzo, visualizar los estados mentales de las otras personas. Sus DESEOS, CREENCIAS, e INTENCIONES. Como se SIENTEN. Que pueden estar PENSANDO o DESEANDO. La principal deficiencia del autismo fue un misterio por 40 años, hasta que los británicos lograron descubrirla hace poco y uno de sus científicos, Simon Baron-Cohen, le dio el nombre apropiado: "ceguera mental", y también escribió el libro con el mismo nombre. No se si ese libro lo han traducido al español. Si está traducido, cómprelo. A mi me costó US$ 26, pero esos son los $ 26 mas bien gastados de toda mi vida.
A través de incontables generaciones de pre-humanos, la Selección Natural parece haber favorecido a esos individuos que podían adivinar rápidamente lo que otros pre-humanos tenían en mente. Por eso es que ahora todos los humanos (excepto los autistas) tienen un mecanismo neurológico especializado en "leer mentes" rápidamente, inconscientemente y sin esfuerzo, sin sobrecargar al cerebro con un trabajo que tenga que hacer conscientemente.
La decisión de la Selección Natural fue sabia. Una ciego mental no le logra ver ni las vueltas a un lector mental. El lector mental va a engañar, tomarle ventaja, manipular, vacilar, robar y explotar al ciego mental sin compasión. Si no lo cree, pregúnteme a mi, o a cualquier otro Asperger adulto.

2) La desolación que causa la ceguera mental.
El libro "La Ceguera Mental" de Simon Baron-Cohen es, en mi humilde opinión, el mejor libro que existe sobre el autismo en este momento, pero trata solamente de la ceguera mental misma, y no abarca el siguiente paso, que lógicamente es explicar la total desolación que la ceguera mental causa en la persona con Asperger, y como evitarlo. De hecho, el libro toca el tema, pero solamente muy de pasada. Cualquiera que no haya vivido toda su vida sufriendo los resultados del Asperger, nunca va a notar la importancia de este párrafo: En la presión de una situación social, es necesario poder producir rápidamente interpretaciones razonables de las causas del comportamiento (ESTADOS MENTALES), si uno quiere sobrevivir para socializar otro día mas. Explicaciones no-mentalistas sencillamente no están a la altura de poder ENCONTRARLE SENTIDO a, y poder PREDECIR, EL COMPORTAMIENTO rápidamente. En vez de lograr esto, una persona con ceguera mental queda confundida.
Sin estados mentales, no es posible ENCONTRARLE SENTIDO a nada. Se vive en un mundo de constante *confusión* en donde nada *TIENE SENTIDO* y nada nunca ha *TENIDO SENTIDO*. Sencillamente no hay palabras en el idioma para poder describir lo que es vivir en este estado. Lo mas remotamente parecido es hablar de vivir en el mundo de los "zombies."
Es nuestra CEGUERA MENTAL y nuestra constante confusión lo que causa nuestra falta de sentido común, y sin ningún sentido común, vamos por la vida haciendo disparates y trastadas una detrás de la otra, especialmente cuando no tenemos REGLAS ni EXPERIENCIA para confrontar las situaciones que enfrentamos. Parece que no es sorprendente después de todo, que solo UNA CANTIDAD MUY REDUCIDA de padres de niños Asperger logren entender todo esto. Y entender todo esto es CRUCIAL para poder dar el siguiente paso: Enseñarle a su hijo como usar su lógica para lograr ENTENDERLE AL MUNDO, para que cuando crezca tenga una oportunidad razonable, DE PODER LLEGAR A VIVIR UNA VIDA CASI NORMAL!!!!!!!!!!! Ud. puede ver esta confusión dondequiera, en cualquiera de los libros escritos por los autistas, aún cuando la palabra no es específicamente mencionada. Si no lo ha notado, lea nuevamente cualquiera de los libros ahora que ya sabe que es lo que va a buscar.
Esta confusión es mencionada hasta en el documento mas viejo que tengo sobre el autismo. En inglés es un papel famoso, pero no se si ha sido traducido al español. Su titulo seria: "Recuerdos de un Adulto de su Niñez de Autista" ( "Adult Recollections of a Formerly Autistic Child" by Jules R. Bemporad. Journal of Autism and Developmental Disorders. Vol 9, No. 2, 1979. Page 192). Según Javier, las experiencias de su niñez pueden ser resumidas como consistentes de dos estados mentales predominantes: confusión y terror.
Javier es autista. Por lo menos los Aspergers no tenemos que sufrir el terror y solo tenemos que soportar la confusión. Puede Ud. imaginarse lo que es vivir toda una vida de confusión, sin entender nada de nada de lo que tiene que ver con la gente, y no realizar el estado en que nos encontramos, porque siempre ha sido igual desde el día que nacimos?
Yo me pase 45 años de mi vida sin entender nada de nada que tuviera que ver con otros seres humanos. Estuve en la universidad, me casé y tuve hijos en este estado lamentable. No fue sino hasta que leí los libros del autismo, y "Ceguera Mental" en particular, hace como dos años, que comencé a encontrar un poco de sentido.
El mundo de los humanos constantemente nos presenta con piezas de rompecabezas pequeños. Una persona normal constantemente toma estas piezas y arma los rompecabezas. Cuando esa persona llega a vieja, a solucionado miles o hasta millones de rompecabezas de todos tamaños. Yo estoy encontrando ahora que todo lo que tengo son millones de piezas desconectadas que nunca junté para lograr ENCONTRARLE SENTIDO a nada.
La profesora Uta Frith llama a estas piezas "conocimiento fragmentado." En su libro (que no se si ha sido traducido al español), "El Autismo y el síndrome de Asperger" en la página 4, dice:
Los autistas no sienten la necesidad de asociar información para encontrarle sentido. Pueden aprender muchas cosas sobre el mundo, pero sus conocimientos parecen mantenerse curiosamente fragmentados. Por algún motivo, no logran juntar sus experiencias y conocimientos para deducir conclusiones útiles de todas estas piezas de información frecuentemente desconectadas.
La razón de nuestro mecanismo débil de coherencia global es, por supuesto, nuestra ceguera mental. Nuestra incapacidad de visualizar los estados mentales de las personas, de realizar que tienen su mente propia, con sus propios deseos, creencias, sentimientos, e intenciones que son patentemente diferentes de los nuestros.
Consideremos el caso de Esteban, un Asperger adulto local que a veces me llama por teléfono. Le he estado haciendo preguntas, y a como me lo esperaba, eventualmente encontré algo que puedo usar aquí como ejemplo:
1) Esteban sabe que su mamá le preparó su desayuno.
2) Esteban sabe que su mamá le lavó su ropa.
3) Esteban sabe que su mamá le puso dinero en su cartera.
¿Pero logra Esteban entender porqué su mamá hizo todo eso? Cuando yo insistí, me dio una explicación no-mentalista. "Yo que se, tal vez porque es su obligación hacer todo eso por sus hijos"
Sin ESTADOS MENTALES ("Mi mamá hace todo por mi porque ME QUIERE") y sin que alguien le haya EXPLICADO los ESTADOS MENTALES ("Mi mamá me ha EXPLICADO que ella hace todo por mi porque ME QUIERE") y sin haberse dedicado específicamente a averiguar los ESTADOS MENTALES de su mamá usando su lógica, que es lo que yo hago ahora que ya se cual es la causa de todos mis problemas, Esteban no puede unir estas tres piezas de información (desayuno - ropa - dinero en la cartera) para sacar de ellas una conclusión útil ("Mi mamá ME QUIERE") y las tres piezas quedan curiosamente fragmentadas en su mente.
Probablemente ni siquiera es que no realizamos que cada persona tiene su propia mente, sino que es que estamos tan profundamente desinteresados en esta clase de información, que no realizamos (hasta que leemos los libros) que raras veces tomamos en cuenta los sentimientos, deseos, creencias, e intenciones de otras personas. Todo esto es bien difícil de entender, y me ha tomado mucho tiempo y es la fecha y todavía no estoy seguro si en realidad he logrado poner el dedo en la llaga del problema. Trate de imaginarse el desinterés anormal, absoluto, y abismal que una persona con daño cerebral y en estado vegetativo siente por el mundo que lo rodea. Después imagínese que por alguna razón, un milagro digamos, el daño cerebral de esta persona se reduzca hasta que afecte solamente la parte del cerebro que se especializa en tratar con otras mentes humanas. Eso tal vez le de alguna idea del desinterés anormal, absoluto y abismal que los Aspergers sentimos por todo lo que tiene que ver con otras mentes.
Yo he intercambiado correspondencia electrónica con varios padres de niños autistas, y he tratado varias veces de explicarles todo esto. No lograba comprender porqué:
1) O no me entendían de que estaba hablando.
2) O no realizaban la importancia de lo que les estaba diciendo.
3) O tal vez ni siquiera me creían.
Hasta un día que Rosita, la mamá de un niño Asperger de seis años, me escribió esto, fue que comencé a entender cual era la causa del problema:
Como tu sabes, hay muchos niveles de severidad en el autismo, y a mi me parece que todo lo que tu me has explicado es aplicable solamente a los casos mas leves. Yo creo que lo que tal vez te ha pasado es que hasta ahora solo has hablado con padres con casos severos.
Tal vez los padres con los casos mas leves miran al niño como casi normal y ya no se molestan en buscar más consejos o información. Tal vez piensan que como el niño ya habla y va a la escuela como cualquier otro niño, ya logró salir de su autismo y el problema está resuelto, y ya no le ponen más mente al asunto.
Rosita la pegó dos veces seguidas! (1) Definitivamente, todo esto solo es aplicable en los casos menos severos de Asperger, y (2) probablemente eso es lo que mi papá creía, que como yo ya estaba yendo a la escuela como cualquier otro niño, ya estaba encaminado hacia una vida normal y el ya no tenia mas motivo de preocupación. Si eso es lo que creía, cometió un error MONSTRUOSO!!!
Yo creo que hay tres clases de Aspergers:
1) Los que no tienen ningún chance de lograr llegar a vivir una vida normal, no importa lo que los padres hagan o no hagan por ellos.
2) Los que van a lograr vivir una vida casi normal SI reciben el apoyo SOLIDO y APROPIADO que necesitan de sus padres.
3) Los que son tan altamente inteligentes que ellos solitos se las van a arreglar para vivir una vida casi normal, con o sin el apoyo de sus padres.
Yo creo que yo pertenecía al grupo 2. No puedo trabajar, y uno de los motivos es porque me salí de la universidad cuando realicé que no había escogido la carrera que debería de haber escogido (Computadoras, o por lo menos, Ingeniería Electrónica). Y esto me pasó porque cuando escogí que carrera estudiar, estaba en un estado de confusión total porque mi papá nunca me dio el apoyo SÓLIDO y APROPIADO que necesitaba, y no lo hizo, porque nunca tuvo ni la mas remota idea de cuales eran mis verdaderos problemas. No es posible que ahora yo no le explique a otros padres cuales son nuestros verdaderos problemas.
Si Ud. cree que su hijo puede pertenecer al grupo 2, tal vez quiera leer toda la información que he reunido en esta página. Está basada en mi propia experiencia, y también en lo que he oído de otros adultos Aspergers, ya sea de nuestro grupo en San Francisco, o a través del Internet, principalmente de la lista de Martijn (en ingles). Algunos de estos adultos lograron el éxito y están viviendo una vida casi normal. La mayor parte no lograron alcanzar la meta.

3) Las deficiencias del síndrome de Asperger.
Mis amigos adultos y yo estamos convencidos de que no existe una deficiencia única que sea responsable de todos los síntomas en el síndrome de Asperger. La ceguera mental es lo que nos causa mas daño y desolación, pero eso no quiere decir que sea la única deficiencia que tenemos. Para entender mejor el Asperger, es más razonable asumir que toda la sección del cerebro cuya misión especializada es tratar con otros seres humanos, se encuentra comprometida. Esto debe de incluir muchísimos más módulos de neuronas (o coprocesadores) que lo que a primera vista podríamos asumir. Yo puedo notar fácilmente cuando hablo con otra persona, que hay un montón de cosas en mi subconsciente que sencillamente no funcionan. Para poder imitar a un NT (persona neurológicamente típica, o "normal"), yo tendría que hacer conscientemente una cantidad de ejercicios mentales que los NTs constantemente hacen inconscientemente y sin ningún esfuerzo, y eso es algo que sencillamente no puedo hacer.
Yo a veces logro reconocer quien es la persona con quien estoy hablando, y puedo mantenerme alejado de mi mundo de fantasías por períodos suficientemente largos para mantener una idea coherente de lo que se está discutiendo, pero es sencillamente imposible para mi al mismo tiempo, poder también visualizar los estados mentales involucrados, construir una red de asociaciones con toda la información que estoy recibiendo, usar e interpretar el lenguaje corporal y ocular, y acordarme de una cantidad innumerable de datos sobre la otra persona, incluyendo cosas necesarias para una transacción exitosa como las verdades a medias que le he dicho en todas las ocasiones anteriores. Ni dedicando toda mi testarudez empecinada de autista, tengo esperanzas de poder hacer todo eso al mismo tiempo. Lo mas que puedo lograr hacer, es tratar de ordenar mis ideas después de la transacción verbal.
El concepto detrás de todo esto es que el cerebro humano solo puede hacer CONSCIENTEMENTE una sola cosa al mismo tiempo, pero puede hacer, y hace, el caso de una persona normal, muchísimas cosas inconscientemente. Cuando los módulos que se encargan de hacer todas esas cosas inconscientemente no funcionan, no es posible compensar haciéndolas conscientemente al mismo tiempo. De aquí es que saco yo una idea de la cantidad innumerable de módulos que en mi caso, se encuentran comprometidos.

En mi opinión, el síndrome de Asperger incluye las siguientes deficiencias:
Intereses muy reducidos.
Anormalidades de atención.
Torpeza, a veces tan leve que es difícil de notar.
Incapacidad de hacer muchos trabajos mentales inconscientemente (pobreza de co-procesadores), incluyendo:
Incapacidad de leer mentes.
Incapacidad de poder jugar "el juego de ajedrez social" (Discutido en el libro de la "Ceguera Mental")
Incapacidad de poder leer "el lenguaje de los ojos" (Discutido en el libro de la "Ceguera Mental")
Deficiencias de memoria social.
Para varios de nosotros incluyéndome a mi, Asperger viene asociado con lo siguiente. (En nosotros y/o en miembros de nuestras familias):
Dificultad de reconocer a la gente por la forma y textura de la piel en sus caras (prosopagnosia).
Dificultad para segmentar en palabras el continuo influjo auditorio (CAPD).
Inteligencia anormalmente elevada.
Ceguera emocional a las emociones de los otros, mas, a veces, muy elevada empatía intelectual. (Lo que yo llamo el "Síndrome de Hannibal Lecter") Puede ser percibido como una personalidad al estilo del Sr. Spock de "Viaje a las Estrellas", un egoísmo ofensivo, incapacidad de sentir compasión, sociopatía, etc.

Definitivamente, hay muchas otras deficiencias que no han sido notadas, son menos comunes, o son difíciles de aislar y entender. Todas nuestras deficiencias deben de estar relacionadas aún cuando no parece: ¿Por qué tenemos anormalidades de atención? Nadie sabe que necesita el cerebro para tratar con otros humanos. Tal vez necesita cualidades especiales de atención. ¿Por qué tenemos intereses muy reducidos? Cuando yo comencé a tratar de compensar por mis incapacidades sociales, me encontré que todo lo que se me podía meter en el camino se me estaba metiendo en el camino. Mi desinterés profundo en otras mentes, mi pobreza de co-procesadores, mis anormalidades de atención, mis deficiencias de memoria social. Entonces realicé que es lógico esperar que cada parte del mecanismo para tratar con otras mentes se me meta en el camino cuando estoy intentando tratar con otras mentes sin poseer ese mecanismo, y que todo lo que se me mete en el camino debe de ser parte de ese mecanismo. Intereses muy reducidos definitivamente antagonizan las actividades sociales, así que nosotros debemos de tener intereses reducidos porque se necesita tener intereses amplios para poder realizar actividades sociales exitosas.

- Anormalidades de atención.
La mayor parte de mi vida la he pasado en el mundo de las fantasías. Yo se que todos notan que tengo una tendencia a distraerme, pero no saben que me mantengo en la luna aún cuando pareciera que estoy poniendo atención. Me voy por breves momentos, y cuando regreso trato de agarrar lo que acaban de decir antes de que se me olvide. Los demás no notan esto porque a pesar de que estaba en la luna, lo que acaban de decir en los últimos dos o tres segundos, está todavía presente en mi memoria cuando regreso. Si me dilato mucho en regresar, solo me queda lo que acaban de decir y todo lo anterior se disipa.
Es casi imposible para mi poder poner atención cuando alguien me está diciendo algo que no me interesa. En ese caso, me voy y pienso en toda clase de cosas que no tienen nada que ver con lo que me están diciendo. Por ejemplo, Ligia me puede estar diciendo de esta reunión que va a haber en su iglesia este domingo que viene. Yo la vuelvo a ver y trato de fingir interés en lo que me está diciendo, pero estoy perdido en la llanura, y solo regreso regularmente para chequear que todo este funcionando correctamente afuera, que no descubra que no le estoy poniendo atención a todo lo que me está diciendo. Esto no lo hago a propósito. No puedo evitar hacerlo, y en el momento que lo estoy haciendo, no puedo realizar que lo estoy haciendo. Solo puedo realizarlo hasta que estoy de regreso.
Me voy a la luna hasta cuando me están hablando de algo que en realidad me interesa. Digamos que estamos hablando de David y como se debe de sentir de desesperado solito con su gato. Me voy a la luna y me pongo a imaginármelo en su soledad, y como debe de ser de duro para el, y hasta me puedo poner a fantasear y especular de como si consiguiera una computadora y se uniera a nuestro grupo, podría recibir nuestro apoyo moral. De aquí a que regreso de la luna, Ligia puede haber dicho varias otras cosas, y solo logro agarrar lo que dijo por último. Cuando siento que algunas de las cosas que perdí son importantes, le pido que las repita, haciéndole creer que no entendí bien lo que dijo. A veces ella realiza que estaba distraído, a veces tal vez me cree.
Cuando estoy solo me mantengo en la luna todo el tiempo. Puedo estar rumiando sobre cosas que pasaron, o especulando sobre cosas que pueden pasar en el futuro. Por ejemplo, puedo estar acostado en mi cama pensando que es lo que voy a escribir cuando me siente en la computadora, y tal vez se me vienen algunas ideas que valen la pena, pero de nada me sirve, porque de aquí a que me siento a escribirlas, ya he pensado en tantas otras cosas que ya se me olvidó todo lo que había pensado escribir. Cuando estoy especulando sobre las cosas que van a pasar en el futuro, hasta hablo con otras personas en mi mente, no solo lo que yo voy a decir sino lo que me van a contestar. Todo esto no sirve de nada, sin embargo, porque en las pocas ocasiones que en realidad sucede el encuentro, en cuestión de segundos ya no se parece en nada a lo que yo me había esperado.
También paso mucho tiempo fantaseando. Cuando estoy solo, a veces hasta hago movimientos o hablo. Si estoy peleando con una espada en mi imaginación, muevo mis brazos y hasta hablo, usualmente en voz baja, pero a veces me río y digo lo que estoy pensando en voz alta, especialmente si no hay nadie cerca que me escuche. A veces me he esmerado en no irme a la luna, y puedo evitarlo pero solo por un período breve de tiempo. Es tan difícil como tratar de mantener la mente en blanco sin pensar en nada.
A veces he tratado de capturar una de mis fantasías para escribirla, pero no es fácil. Algunas son bien difíciles de explicar, otras son muy cortas y no forman una historia coherente. Aquí está una que es coherente y que me salió fácil recordarla porque me dio miedo:
Mi avión acababa de aterrizar y estaba disminuyendo su velocidad cuando por algún motivo se desvió para la izquierda y se salió de la pista de aterrizaje. El terreno era muy irregular y el tren de aterrizaje se colapsó. La panza del avión pegó contra el suelo y el fuselaje del avión se partió en dos, pero se partió precisamente enfrente de mi asiento, así que al mismo tiempo que falló la iluminación dentro del avión, nunca me encontré totalmente en lo oscuro porque habían cientos de bujillas rojas y azules en todo el terreno del aeropuerto. Inmediatamente abrí el cinturón y brinqué para afuera. Estaba haciendo un frío inclemente y el zacate estaba mojado por la lluvia. Sentí la patada del olor a kerosene. Se debe de haber reventado alguno de los tanques de combustible. De repente, escuché un juuuuuuuush! y el avión cogió fuego. Al correr, podía oír los gritos de la gente que había quedado adentro. Estas fantasías explican porqué algunos niños con Asperger prefieren su propio mundo a la realidad.

Jazmina: La gente y las situaciones ahí dentro son mas interesantes para mi que mucho de lo que está "afuera."

- Prosopagnosia
Siempre he tenido problemas para reconocer a la gente. Aparte de mi familia, solo logro reconocer a unas pocas personas, principalmente porque las he conocido por años, otros solo porque me he mantenido constantemente en contacto con ellos recientemente. Me ha sucedido demasiadas veces que alguien me habla y no tengo idea de quien es porque podría apostar cualquier cosa que no lo he visto nunca antes en mi vida, y después resulta que era alguien a quien debería de haber reconocido fácilmente. Lo que hacia hasta hace poco es seguir hablando con la persona, tratando de ocultar que no se quien es, manteniendo todo el tiempo la esperanza de que haga o diga algo que me permita adivinar quien es antes de que note que no lo reconozco.
Puedo estar en una tienda, y el vendedor que me está atendiendo se va por un momento, y después alguien con el mismo uniforme se me acerca, y no tengo como saber si es el piche que me estaba atendiendo, o si es alguien mas.
Me ha pasado también que le comienzo a gritarle a alguien que logré reconocer, sobre esto y aquello que quedó pendiente la última vez que discutimos tal asunto, etc. solo para descubrir que en realidad es alguien que ni siquiera me conoce, y se queda allí parado mirándome como animal raro, asustado y sin saber que hacer, tal vez preocupado de que me agarre un ataque y lo vaya a agredir...
Por mucho tiempo yo creí que esto era parte de ser "loco", a como me decía la gente de la calle. A veces creía que era porque tenia mala memoria. Si todo se me olvida, porqué no se me va a olvidar la gente también? Cuando supe del autismo y de la deficiencia de no mirar a los ojos de otras personas, realicé que como podía esperar recordar a nadie si ni siquiera miraba las caras de la gente? Por algún tiempo, lo que hice fue esmerarme en ver las caras de las personas y tratar de memorizarlas, y esto me ayudó bastante a lograr reconocerlas.
Después me encontré con Bill, un gringo de San Francisco que tiene dificultades hasta para reconocer a su propia familia. Entre los dos al principio, y después con la ayuda de otros en el Internet, averiguamos que la dificultad que tenemos de reconocer a la gente viene de la incapacidad para reconocer la forma y la textura de la piel en sus caras. Podemos reconocer a la gente por su voz, cuerpo, ropa, la manera de moverse, y por el cabello, barba, bigote y cejas, y a veces hasta por el color de los ojos si nos acercamos suficiente, pero no por la forma de sus caras. El cerebro es una pieza de maquinaria sumamente especializada, y diferentes partes del cerebro se encargan de diferentes trabajos inconscientes. Parece ser que hay una parte anatómicamente independiente del cerebro que es responsable de reconocer caras, y que esa parte se encuentra comprometida en el caso de los prosopagnósicos. Esta condición es muy rara en la población normal, siendo causada principalmente por golpes en la cabeza, pero entre los Aspergers, es muy común.
Porqué los Aspergers? Creemos que en el síndrome de Asperger, el sector del cerebro especializado en las relaciones humanas se encuentra comprometido, y que el sector responsable de reconocer caras está dentro de este otro sector mas grande. O cuando menos, estaba muy cercano a el durante el periodo de gestación cuando el insulto que causa el síndrome de Asperger es probable que haya ocurrido.
Nadie sabe mucho sobre la prosopagnosia. Solo unos cuantos artículos has sido escrito en ciertas publicaciones médicas. Nadie sabe en realidad como es de rara la condición entre la población normal. Podría ser mucho mas común de lo que parece, porque muchas de las personas que la padecen, probablemente no realizan que otros pueden reconocer caras mucho mejor que ellos, y aunque lo realicen, no es probable que sepan que es una condición neurológica específica, y nunca son diagnosticados. Por bastante tiempo, hemos estado buscando información hasta en los magazines mas desconocidos, y no hemos podido encontrar casi nada sobre como la prosopagnosia afecta la vida del individuo ni como lograr adaptarse a vivir con ella. Hubo una breve mención en un artículo en algún lado que los prosopagnósicos identifican a la gente usando su ropa, estilos de peinado, barbas, la manera de caminar, y también la voz. También mencionaban que los uniformes causan verdaderos problemas. Que algunos tienen casos leves, mientras que otros no se logran reconocer ni ellos mismos en el espejo. Pero casi todo esto nosotros ya lo sabíamos.

Bill:
Descubrir todo esto fue como haber descubierto el Cáliz en que bebió Jesús. No es mi imaginación! Es algo que en realidad existe!
Susana: Mi problema es que las personas no son como yo las recuerdo. Afortunadamente, puedo reconocer voces, sino nunca supiera con quien estoy hablando, ni en el espejo.

Bill: Estuve en una fiesta esta tarde. Hablé con todo el mundo. Algunos los he conocido por años; otros eran nuevos. Hablé con todos los nuevos, pero solamente seis horas mas tarde, ya puedo decir que si me encontrara con cada uno de ellos en la calle, solo lograría reconocer a los dos que tenían barba. Dos de los que no tenían barba me dieron un raid a mi casa, y nos dilatamos una hora en la autopista. A pesar de eso, ahora ya no los podría reconocer.

Marla:
Tengo 40 años y tengo el síndrome de Asperger. También tengo problemas con las caras. De hecho, he tenido este problema desde mi niñez. Uso la ropa y estilos de peinado para identificar a la gente. Si la persona se tiñe el pelo o se lo corta, el o ella se mira como alguien mas hasta que escucho su voz. Cuando estoy patinando en hielo puedo identificar a la gente por los diferentes estilos de patinar.

Hubert:
Mi ultimo patrón, cuando alguien se aproximaba y sospechaba que podía ser el, primero miraba sus zapatos, que eran de cuero negro, en contraste a todos los demás trabajadores que usaban zapatos de tenis. Si sus zapatos eran de cuero, me fijaba en sus pantalones. De todos los pantalones azules oscuros en el taller, los de él eran los mas oscuros. Si sus pantalones pasaban la prueba, entonces le miraba la cara, y si aprecia ser él, entonces asumía que era él. Siempre tenia cuidado de no ponerme en una situación de la que no pudiera salir sin hacer el cuadro enfrente de todo el mundo, si estaba confundiendo a alguien mas con él, o si estaba confundiéndolo a él con alguien mas.

Más información en
http://es.geocities.com/sindromedeasperger

Dos artículos de Silvia Bleichmar


Silvia Bleichmar (1944-2007), fue una psicoanalista argentina que sacó el consultorio de la típica "abstracción psi", vinculándolo con los problemas sociales de nuestra época.
Aquí, dos artículos que lo demuestran, que fueran publicados en su momento en el diario “Clarín”.

¿Cómo se mide el “Dolor País”?

¿Cómo se mide, en índices aceptables, la suba inexorable del "dolor país"?
Si la sensación térmica es una ecuación entre temperatura, vientos, humedad y presión atmosférica ¿por qué no emplear combinadamente las nuevas estadísticas de suicidio, accidente, infarto, muerte súbita, formas de violencia desgarrantes y desgarradas, venta de antidepresivos, incremento del alcoholismo, abandono de niños recién nacidos en basurales —metáfora magistral de la convicción que tienen los miserables irredentos de que su prole no tiene ni tendrá otro destino—, deserción escolar, éxodo hacia lugares insospechados... para medir el sufrimiento a que somos condenados cotidianamente por la insolvencia no ya económica del país sino moral de sus clases dirigentes?
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo evaluó en algún momento "índices de sufrimiento humano", construidos a partir de diferentes variables: inseguridad, expectativa de vida, tasa de suicidios, mortalidad infantil... Estos datos objetivos no dan cuenta sin embargo, tal vez porque es imposible hacerlo, de los múltiples dolores cotidianos, del desgarramiento interior de quienes los padecen: habría que sumergirse hasta el fondo de los seres humanos, tolerar el horror que números y planillas no reflejan, para encontrar allí las imágenes de la devastación sorda a la cual han sido sometidos.

Perder hasta la identidad
Durante la ocupación alemana se solicitaba a la dirección judía de los guetos una cuota diaria de nombres que ellos mismos debían entregar, suponiendo que la decisión tomada era hecha en función de enviar a algunos a la muerte para salvar a otros. En definitiva, esa cuota no fue sino un engaño, el modo con el cual se logró la colaboración silenciosa de quienes debían elegir, día a día, quién se salvaba y quién moría; y aquellos que lo hicieron supieron que las pobres justificaciones que los alentaban a realizar la bajeza de ese trabajo no era sino el encubrimiento de su propio terror, la degradación cotidiana hacia la desidentidad absoluta. Hoy nuestras clases dirigentes deciden si le quitan los antibióticos a una maestra o la medicación antihipertensiva a un jubilado, y la llamada reingeniería empresarial obliga a sus próximas víctimas a un diseño cuidadoso de la cuota diaria que deben entregar quienes aún deciden sobre los otros, sabiendo que ese lugar puede alternarse y en cualquier momento se producirá respecto a ellos mismos la expulsión definitiva de la vida.Hay en la infancia un sentimiento de desvalimiento que da lugar a la más profunda de las angustias: se trata de la sensación de "des-auxilio", de "des-ayuda", de sentir que el otro del cual dependen los cuidados básicos no responde al llamado, deja al ser sometido no sólo al terror sino también a la desolación profunda de no ser oído. A tal punto es así, que puede devenir "marasmo", un dejarse morir por desesperanza, por abandono de toda perspectiva de reencuentro con el objeto de auxilio.Y de eso se trata con la desaparición de las funciones mínimas del Estado, porque como decía un cartel de los piqueteros: "Tenemos tres problemas: no tenemos trabajo, no nos jubilan, no nos morimos..." en un país en el cual la desocupación no sólo arrastra la lesión moral de no sentirse necesitado por nadie, de ser sobrante inútil de la masa humana que construye riquezas, sino que implica una agonía deteriorante y paulatina para quien se ve sometido a ello dado que la orfandad a la cual el Estado lo condena se extiende a su mundo entorno, a todo lo que ama.
Porque no alcanza con la crisis para sumirnos en este "sobremalestar", en esta sensación de dolor profundo que consume hoy a la mayoría de los argentinos, y que nos embarga hasta la cursilería —como cuando se nos hace un nudo en la garganta al recordar un viejo comercial en el cual un avión despega mientras una voz dice "Aerolíneas Argentinas, la Argentina que levanta vuelo", o se nos seca la boca escuchando una canción patria que fue motivo de chistes infantiles: "Alta en el cieeeeloooo, un águila guerrera... "El "dolor país" se mide también por una ecuación: la relación entre la cuota diaria de sufrimiento que se les demanda a sus habitantes y la insensibilidad profunda de quienes son responsables de buscar una salida menos cruenta.
El suplemento de modas de un diario de esta ciudad traía el jueves, en el marco de una semana de quitas y levas, de protestas y enfrentamientos, un titular extraordinario en su banalidad irresponsable: "Las colecciones de París. El mundo es un lujo". Y en páginas interiores, el casamiento de la hija del ministro que se quedó sin lágrimas de tanto tomar medidas que lo desgarran, con el mismo vestido de encaje que debió ser salvado del vandalismo resentido de quienes esperaban en la puerta. Se puede, por supuesto, cuestionar el derecho a inmiscuir lo público en lo privado, a llevar hasta la boda de una joven la hostilidad reinante en esta ciudad devastada, a arruinar "el día más feliz de la vida de una mujer" trasladando la guerra al salón de fiestas elegido, situado en la "reserva ecológica" de la ciudad, una de las zonas en la cual aún se salvan algunas especies naturales del país. Pero convengamos que hay algo perverso en la ostentación de riqueza y bienestar con la cual se acompañan, simultáneamente, sin intervalo temporal, las demandas más brutales de sacrificio a la Nación con la exhibición del goce de quienes las realizan. La "guerra de los pasteles" fue un episodio de la historia de Francia: la respuesta que dio el pueblo a la frase terrible de María Antonieta, esposa de Luis XVI: "¿El pueblo no tiene pan? ¡Que coma pasteles entonces!..." Y la inmoralidad salta a la vista, tal vez porque ocurrió en otro país y en otro tiempo, y a nadie le hubiera parecido injusto que le hicieran un nudo en la boca con su pretenciosa peluca si podía decir cosas tan desalmadas sin ninguna sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno.

La banalidad del mal
Hace algún tiempo se hizo una encuesta en Estados Unidos para elegir el personaje más detestable de los cuentos infantiles; fue nominada, por mayoría y sin dudas, Cruella de Ville.Podemos avanzar alguna interpretación al fenómeno: la madrastra de Blancanieves está celosa de su marido; la de Cenicienta ama a sus propias hijas por encima de todo escrúpulo; el hada devenida mala de La bella durmiente actuó por resentimiento, por exclusión, por no haber sido invitada a la fiesta de bautismo —ya quisieran nuestras clases gobernantes despertarse después de cien años de dormir con el beso de un príncipe y todo intacto para retomar la fiesta... Pero Cruella de Ville no tiene motivos, más que su vanidad, su falta de sensibilidad por el sufrimiento ajeno, la "banalidad" de su egoísmo, el hecho de que pueda quitar la piel del otro sólo para hacerse un objeto de lujo, ni siquiera para sobrevivir.Que alguien quiera reencontrar en ese personaje a la ministra que cubrió de zorros su devastada desnudez para mostrar vanidosa, impunemente, adónde iban a parar las comisiones de robos y malas ventas, no exige demasiada suspicacia; pero lo que sí hay que reconocer es que no se vendieron las joyas de la abuela, en un país donde ya no quedaban ni las perlas en las ostras, sino la carne, la sangre y los dientes de todos los viejos, y la posibilidad de que aquellos que aún tienen tiempo por delante se hayan quedado sin futuro con el cual llenarlo. Morgan y sus colegas nos han hecho entrar en la zona roja del mundo. Todos los días miden el riesgo país con un cuidadoso cálculo que define si tendremos o no libreta sanitaria para seguir trabajando, para seguir siendo plausibles de generar ganancias sin riesgo de infección. Y cada día miles de argentinos pauperizados repetimos aterrados los índices que pueden arrojarnos a la calle, o permitirnos seguir viviendo con un costo cada vez mayor y una sensación de indignidad profunda. Este también es el "dolor país": la imposibilidad de salir de la esterilidad condenada a la cual nos sentimos arrojados, de la cual sólo puede desatraparnos la convicción inexorable de que tenemos el derecho de recuperar los sueños que, como decía María Seoane, anidan en los pliegues del siglo XX, para darles una textura nueva que los haga compatibles con los tiempos que comienzan.

Artículo publicado en "Clarín", el miércoles 25 de junio de 2001

Ganadores y perdedores

Ha surgido ya hace algunos años —y tiende a tornarse parte del lenguaje común— una categorización que implica una traducción directa no sólo de la lengua inglesa sino del modo con el cual el neoliberalismo va creando formas de vínculo y de apreciación de la realidad. Se trata de la diferenciación entre losers y winners, o, como se ha comenzado a decir con mayor frecuencia de lo reconocido en nuestra propia tierra, entre ganadores y perdedores, aludiendo con ello a una clasificación que genera una bipartición de la sociedad en dos estamentos claramente diferenciados: los que logran más o menos sobrevivir a las condiciones de marginalización crecientes y aquellos que son arrojados por la borda, o que continúan flotando aferrados al borde de la embarcación social, precariamente sostenidos y en riesgo constante de caer.
Ya no se trata de ser "el ganador" de un concurso, de un sorteo, de una situación de competencia cualquiera, sino "un ganador", alguien que pasa a pertenecer a un conjunto de seres que tienen ciertos atributos que los diferencia. Y es en este pasaje de "el" a "un" donde se marca la pertenencia a una especie, a un rango que articula una categoría que permanece más allá de la situación, transformándose así de descriptiva en valorativa. Porque casualmente, el ser un perdedor o un ganador se define desde esta perspectiva, por el éxito social alcanzado, en estado puro, más allá de toda valoración de otro orden, nucleándose alrededor de un rasgo que constituye el punto máximo alrededor del cual gira el sistema social de valores, más allá de toda legitimación moral o productiva.
No se gana por valer, sino que se vale por ganar, y esto se articula alrededor de la capacidad de ganar dinero o de lograr prestigio social, rango de precipitación ideológica que se constituye como el eje de toda posibilidad de reconocimiento, y ello no sólo como propuesta externa sino como modo mismo de polarización de la subjetividad, vale decir, como modelo y proyecto identificatorio, en razón de lo cual insertarse en la parte superior de la pirámide (cuya base es cada vez más amplia y su cúspide más pequeña) deviene no sólo una meta sino una forma de autovaloración, de autorreconocimiento narcisístico, sin que quienes en ello se ven atrapados —como ocurre con el modo general de operar de la ideología— tengan posibilidad de descubrir bajo qué formas esta inserción subjetiva se realiza.
Una clasificación de este orden, cuya inmoralidad extrema puede ser fácilmente detectada, se gesta socialmente. Es efecto de formas de representación colectivas que imponen coagulaciones de sentido a los sujetos que pasivamente las recogen —no sólo a quienes es aplicada sino a aquellos mismos que las aplican—. Y en el centro mismo de estas representaciones está la transformación de la responsabilidad social en condena, como coartada ante la culpa que genera en los sujetos éticos que se sienten convocados por la disparidad de condiciones a las cuales se ve sometido el semejante.


El filo de las palabras
El filósofo inglés J. L Austin distinguía entre dos términos: excusa y justificación, con el propósito de mostrar de qué manera el estudio de las formas de responder ante un hecho moralmente imputable posibilita la elaboración de una teoría de la ética que se sostenga en el empleo del lenguaje como modo de la acción. Se trata de ver de qué modo el sujeto responde ante la interpelación de haber hecho algo considerado malo, injusto, inoportuno. Una manera de proceder, dice, consiste en admitir simple y llanamente que él, o sea X, hizo esto a A, pero alegando que era algo adecuado, bueno o permisible, ya sea en general o por lo menos en las circunstancias particulares de su caso. Esta es la línea de la justificación. Otra forma es aquella en la cual se admite que lo hecho no fue bueno, pero se alega que no es del todo justo o correcto limitarse a decir simplemente que la acción fue realizada, ya que se descuidan las circunstancias en las cuales ésta fue realizada. X puede estar bajo una influencia ajena —cuando realizó la acción imputada— o movido a actuar así. Se puede tratar de un accidente o de un descuido voluntario, o de algo ejercido en circunstancias en las cuales se alega no estar en condiciones de decidir.
Supongamos que A fue violada por X; el argumento justificatorio —inaceptable para alguien de nuestra cultura— es que X no tiene por qué dar explicaciones de su acción en razón de que ésta es perfectamente acorde a la moral entorno; "chinitas y negras" han pasado por esta situación sin que se pidiera (hasta María Soledad) explicación alguna a los ejecturores de turno acerca de la conducta ejercida. Del lado de las excusas, y en nuestra moral social contemporánea, se puede esgrimir, ante la misma acción realizada, un argumento de otro orden: ¿hasta qué punto A no es responsable en parte de haber sido violada en razón de haber entrado al auto de X, o por el hecho de haber despertado en él una pasión o impulso violento dado que luego de haber aceptado sus galanteos o haber usado una ropa insinuante se rehúsa a la relación sexual esperada?
En la primera defensa se acepta la responsabilidad pero negando que se trate de algo malo. En la segunda se puede admitir que lo realizado es incorrecto, pero justificable dadas las circunstancias. Es en este último caso cuando estamos en el plano de las excusas, y no es difícil para cualquiera de nosotros ver en estas dos formas —excusas / justificaciones— el modo con el cual se ha producido el pasaje, en el discurso militar, de la apreciación de lo operado durante los años de la represión salvaje. De la justificación de la acción ejercida —que aún aparece más o menos encubierta en las formas con las cuales se intenta reivindicar a la institución en conjunto— a la excusa, hemos visto todos los matices. La justificación se sostuvo fundamentalmente durante los años de soberbia militar, cuando no había desde la sociedad civil voces suficientemente fuertes para imputar. Cuando eso se derrumbó, apareció el plano de la excusa: no podíamos hacer otra cosa, intentábamos lo mejor y cometimos excesos... A nivel individual, por su parte, el exponente máximo de la conducta excusatoria desresponsabilizante se ejerció a través de intentar la inimputabilidad acogiéndose a la "obediencia debida".
Del mismo modo, la diferenciación, en nuestra sociedad actual, entre losers y winners (ganadores y perdedores) da cuenta del movimiento que intenta derivar hacia las víctimas la responsabilidad de su marginación y desamparo. Siendo imposible la aceptación ética del disfrute de algunos ante el malestar y desprotección de tantos, el lenguaje viene en ayuda para otorgar una explicación que, en este caso, toma la forma de una justificación. Son las víctimas mismas del proceso salvaje de "reingeniería social" los perdedores, ineptos, aquellos de los cuales es necesario apartarse en virtud de sus defectos morales, de su incapacidad de ubicarse en las nuevas circunstancias.
El desprecio larvado, disfrazado de compasión, es entonces la coartada que posibilita, a quienes sobreviven aún económicamente, sostenerse al margen, más allá, en este nuevo relevamiento del "por algo será" con el cual no cesa de asombrarnos la importación no sólo de modelos alimenticios de chatarra sino de modos de traducción de la discriminación social. Con una consecuencia no por impensada menos esperable: el hecho de que las víctimas, integradas por quienes quedan constantemente expulsados de la vida productiva, incrementadas día a día por la disminución de la población económicamente activa o mínimamente remunerada, al quedar identificadas con la ideología que las discrimina, se autoacusan de su dificultad para formar parte, pertenecer o integrarse al estamento ganador. Suman así a su dificultad de supervivencia la representación devaluada de su propia imagen. De este modo, melancolizados los sujetos por el retorno del odio sobre sí mismos ante la imposibilidad de enfrentarse a nadie —por el anonimato con el cual el sistema diluye constantemente responsabilidades y presenta toda toma de decisión como de una racionalidad imposible de ser derribada— por una parte, y por verse sumergidos de pronto en el interior de la masa de "discapacitados" que no saben encontrar una vía de salida, por otra, se ven reflejados en una mirada social que no por compasiva es menos lesionante, dado que lo que se les reconoce no es un derecho expropiado sino una imposibilidad personal sustantivada como rasgo de carácter: "se pierde porque se es un perdedor" y ello libra, a los "ganadores" de toda responsabilidad moral al respecto.


Artículo publicado en "Clarín" el Jueves 28 de diciembre de 2000